El Sol es la estrella más cercana a la Tierra y el mayor
elemento del Sistema Solar.
Las estrellas son los únicos cuerpos del Universo que emiten
luz. El Sol es también nuestra principal fuente de energía, que se manifiesta,
sobre todo, en forma de luz y calor. Esta a 150 millones de kilómetros de la
Tierra.
El Sol contiene más del 99,8% de toda la materia del Sistema
Solar. Ejerce una fuerte atracción gravitatoria sobre los planetas y los hace
girar a su alrededor. Junto con los asteroides, meteoroides, cometas y polvo
forman el Sistema Solar.
El periodo de rotación de la superficie del Sol va desde los
25 dias en el ecuador hasta los 36 dias cerca de los polos. Más adentro parece
que todo gira cada 27 días.
Superficie del Sol
El Sol se formó hace unos 4.650 millones de años y tiene
combustible para 5.000 millones más. Después, comenzará a hacerse más y más grande,
hasta convertirse en una gigante roja. Finalmente, se hundirá por su propio
peso y se convertirá en una enana blanca, que puede tardar un trillón de años
en enfriarse.
El Sol (todo el Sistema Solar) gira alrededor del centro de
la Via Láctea, nuestra galaxia. Da una vuelta cada 200 millones de años. En
nuestros tiempos se mueve hacia la constelación de Hércules a 19 Km./s.
Actualmente el Sol se estudia desde satélites, como el
Observatorio Heliosférico y Solar (SOHO), dotados de instrumentos que permiten
apreciar aspectos que, hasta ahora, no se habían podido estudiar.
Además de la observación con telescopios convencionales, se
utilizan: el coronógrafo, que analiza la corona solar, el telescopio
ultravioleta extremo, capaz de detectar el campo magnético, y los
radiotelescopios, que detectan diversos tipos de radiación que resultan
imperceptibles para el ojo humano.
Características del sol: Composición y estructura
La energía solar se crea en el interior del Sol denominado
NUCLEO. Es aquí donde la temperatura (15.000.000° C) y la presión (340 mil
veces la presión del aire en la Tierra al nivel del mar) son tan intensas que
se llevan a cabo las reacciones nucleares. Éstas reacciones causan que cuatro
átomos de hidrógeno se fusionen y formen una partícula alfa o núcleo de helio.
La partícula alfa tiene cerca de 0.7 % menos masa que los cuatro protones. La
diferencia en la masa es expulsada como energía y es llevada a la superficie
del Sol, a través de un proceso conocido como convección, donde se liberan luz
y calor. La energía generada en el centro del Sol tarda un millón de años para
alcanzar la superficie solar. Cada segundo se convierten 700 millones de
toneladas de hidrógeno en cenizas de helio, el núcleo solar esta compuesto de hidrógeno
y helio en cantidades iguales y un 2% de otros elementos. En el proceso se
liberan 5 millones de toneladas de energía pura; por lo cual, el Sol cada vez
se vuelve más ligero.
La energía producida de esta forma es transportada a la
mayor parte de la superficie solar por radiación. Sin embargo, más cerca de la
superficie, en la zona de convección que ocupa el último tercio del radio
solar, la energía es transportada por la mezcla turbulenta de gases. La
fotosfera es la superficie superior de la zona de convección. Se pueden ver
pruebas de la turbulencia en la zona de convección observando la fotosfera y la
atmósfera situada encima de ella.
Las células turbulentas de la fotosfera le confieren una
apariencia irregular y heterogénea. Este modelo, conocido como granulación
solar, lo provoca la turbulencia en los niveles más altos de la zona de
convección. Cada gránulo mide unos 2.000 km de ancho. Aunque el modelo de
granulación siempre está presente, los gránulos individuales solamente duran
unos 10 minutos. También se presenta un modelo de convección mucho mayor,
provocado por la turbulencia que se extiende en las profundidades de la zona de
convección. Este modelo de sobregranulación contiene células que duran un día y
tienen 30.000 km de ancho como media.
Manchas solares
George Ellery Hale descubrió en 1908 que las manchas solares
(áreas más frías de la fotosfera) presentan campos magnéticos fuertes. Estas
manchas solares se suelen dar en parejas, con las dos manchas con campos
magnéticos que señalan sentidos opuestos. El ciclo de las manchas solares, en
el que la cantidad de manchas solares varía de menos a más y vuelve a disminuir
al cabo de unos 11 años, se conoce por lo menos desde principios del siglo
XVIII. Sin embargo, el complejo modelo magnético asociado con el ciclo solar
sólo se comprobó tras el descubrimiento del campo magnético del Sol.
Como cada mancha solar dura como mucho unos pocos meses, el
ciclo solar de 22 años refleja los procesos asentados y de larga duración en el
Sol y no las propiedades de las manchas solares individuales. Aunque no se
comprenden del todo, los fenómenos del ciclo solar parecen ser el resultado de
las interacciones del campo magnético del Sol con la zona de convección en las
capas exteriores. Además, estas interacciones se ven afectadas por la rotación
del Sol, que no es la misma en todas las latitudes. El Sol gira una vez cada 27
días cerca del ecuador, pero una vez cada 31 días más cerca de los polos.
La corona
La atmósfera solar exterior que se extiende varios radios
solares desde el disco del Sol es la corona. Todos los detalles estructurales
de la corona se deben al campo magnético. La mayor parte de la corona se
compone de grandes arcos de gas caliente: arcos más pequeños dentro de las
regiones activas y arcos mayores entre ellas. Las formas arqueadas y a veces
rizadas se deben al campo magnético.
En los años cuarenta se descubrió que la corona es mucho más
cálida que la fotosfera. La fotosfera del Sol, o superficie visible, tiene una
temperatura de casi 6.000º C. La cromosfera, que se extiende varios miles de
kilómetros por encima de la fotosfera, tiene una temperatura cercana a los
30.000º C. Pero la corona, que se extiende desde justo encima de la cromosfera
hasta el límite con el espacio interplanetario, tiene una temperatura de
1.000.000º C. Para mantener esta temperatura, la corona necesita un suministro
de energía.
La búsqueda del mecanismo por el cual la energía llega a la
corona es uno de los problemas clásicos de la astrofísica. Todavía está sin
resolver, aunque se han propuesto muchas explicaciones. Las recientes observaciones
del espacio han mostrado que la corona es una colección de rizos magnéticos, y
cómo se calientan estos rizos se ha convertido en el foco principal de la
investigación astrofísica.
El campo magnético también puede retener material más frío
encima de la superficie del Sol, aunque este material sólo permanece estable
unos pocos días. Estos fenómenos se pueden observar durante un eclipse como
pequeñas regiones, conocidas como protuberancias, en el mismo extremo del Sol,
como joyas de una corona. Están en calma, pero ocasionalmente entran en
erupción, arrojando material solar al espacio.
Viento solar
En uno o dos radios solares desde la superficie del Sol, el
campo magnético de la corona tiene la fuerza suficiente para retener el
material gaseoso y caliente de la corona en grandes circuitos. Cuanto más lejos
está del Sol, el campo magnético es más débil y el gas de la corona puede
arrojar literalmente el campo magnético al espacio exterior. Cuando sucede
esto, la materia recorre grandes distancias a lo largo del campo magnético.
El flujo constante del material arrojado desde la corona es
conocido como viento solar y suele llegar de las regiones denominadas agujeros
de la corona. Allí, el gas es más frío y menos denso que en el resto de la
corona, produciendo una menor radiación. El viento solar de los grandes
agujeros de la corona (que puede durar varios meses) es muy fuerte. Debido a la
rotación solar, estas regiones de fuerte viento solar, conocidas como
corrientes de viento solar a gran velocidad, suelen repetirse cada 27 días
vistas desde la Tierra. El viento solar provoca alteraciones que se pueden
detectar desde el campo magnético de la Tierra.
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